Hablar de vómito y regurgitación puede resultar desagradable para algunas personas, pero el tema es de suma importancia para los propietarios de mascotas, ya que la mayoría no sabe distinguirlos. No obstante, son eventos muy distintos. Es necesario saber en que son diferentes, para que al momento de llevar a la mascota al veterinario se pueda proceder de la manera más acertada. Incluso es una buena idea grabar un video del animal para mostrarlo en consulta, ya que la decisión de si se trata de vómito o de regurgitación es crucial, porque las causas y el tratamiento para ambos problemas son diferentes.
Vómito
En el caso del vómito, que es un proceso activo de expulsión, se ven arcadas y salivación. El animal se lame los labios y contraerá su diafragma y sus músculos abdominales antes de expeler el contenido que viene del estómago y probablemente del intestino delgado. En la mayor parte del tiempo se verá un líquido amarillento (bilis) junto con el contenido, pero no siempre es el caso. Las causas del vómito son muy amplias; en un animal sano, generalmente se da por indiscreción alimentaria, cuerpos extraños o por una condición en desarrollo, como el síndrome de colon irritable.
Regurgitación
En cuanto a la regurgitación, es un proceso pasivo de expulsión, el contenido se expulsa sin ningún indicador; es decir, sin salivación y sin contracciones abdominales. El contenido, el cual es una mezcla de alimento, saliva y a veces moco, viene del esófago o de la faringe, por lo que generalmente tiene forma de tubo. En esta situación no se observará bilis. A diferencia del vómito, la regurgitación no está relacionada con la dieta ni con la salud del tracto digestivo inferior. La regurgitación es un signo clínico indicativo de patologías del esófago, las cuales se denominan disfagias.
Obstrucción esofágica y megaesófago
El término disfagia hace referencia a una dificultad para deglutir o tragar sólidos y líquidos. En perros y gatos la obstrucción esofágica y el megaesófago son las dos patologías más comunes que causan regurgitación, aunque existen varias otras. Una obstrucción esofágica puede darse por un cuerpo extraño (frecuente) o por un tumor (menos frecuente), que impide que el animal trague su alimento normalmente. Comúnmente, se presenta en un cuadro agudo, donde la mascota no puede deglutir (tránsito de la boca al estómago) su comida y la regurgita inmediatamente después de que la ingiere. En estos casos, el perro o el gato intentará tragar sin tener éxito, evidenciándose aquella dificultad con movimientos deglutorios constantes. A veces, el esófago puede estar inflamado (esofagitis), lo cual produce dolor evidente al tragar.
Un megaesófago significa que el esófago se encuentra patológicamente dilatado, y puede ser congénito (es decir, nació con el problema) o adquirido, afectando la deglución. Habitualmente, el cuadro es crónico y la mascota puede ingerir su alimento, por lo que la regurgitación suele ser variable, dado que puede ocurrir varias horas después de la ingesta.
De cualquier forma, si la mascota está vomitando o regurgitando, es necesario llevarla a una clínica veterinaria. El médico veterinario que se encuentre en consulta hará preguntas al propietario sobre la situación general de la mascota y los momentos en los que expulsa contenido de su boca. El saber cómo describir lo que sucede con el perro o el gato dará la pauta para realizar un diagnóstico certero, y por lo tanto, un tratamiento exitoso.