Se dice que adoptar a un animalito ya sea un perro o un gato es una de las más grandes satisfacciones que el ser humano puede hacer por alguien. Es que el brindar una mejor calidad de vida a un ser vivo que ha sufrido de varias maneras; sin hogar, teniendo el cielo como su techo y las calles como hogar, realmente es una acción que no tiene precio. A pesar de que muchas fundaciones han promovido campañas de adopción en el país y otros programas relacionados con la adopción y tenencia responsable de animales; la cultura de adoptar y no comprar sigue siendo muy débil en Quito y en el país para que todas las personas compartamos esta costumbre.
Mila
Yo pienso que al adoptar cambia la vida del animalito, pero también la de nosotros mismos. Como testimonio, relataré mi historia de cómo adopté a Mila; una perrita encontrada en condiciones deplorables en Pujilí, Provincia de Cotopaxi en el mes de febrero del 2020. En esta pequeña ciudad, existe un refugio llamado Peluditos de Pujilí y Saquisilí – Rescatistas donde albergan a casi 90 perros y gatos. Acudimos a aquel refugio gracias al llamado de Herminia Yánez, la fundadora del refugio; Mila fue encontrada con la mitad de sus patitas traseras cortadas, su columna rota, extrema delgadez y se le caía el pelo exageradamente. Mi novio se presentó en el refugio bajo su proyecto de prótesis para animales; conversó con Herminia, ya que Mila necesitaba una silla de ruedas para poder movilizarse temporalmente hasta que encuentre un hogar.
Operación
Después de que se le hizo la silla de ruedas, Herminia nos manifestó que Mila entraría a cirugía en la ciudad de Latacunga, porque había una posible familia adoptante; era necesario retirarle las patitas traseras y su cola porque no le servían. Sin embargo, era una operación muy larga y costosa que el adoptante debía responsabilizarse. Además, debían tomar en cuenta todos lo cuidados que Mila necesitaría para tener una vida plena como uso de pañal (no controla esfínteres), tener una silla de ruedas para movilizarse, y sobre todo mucha paciencia y amor.
Estaba muy cerca el día de la operación y nos enteramos de que la familia adoptante desistió; fue muy frustrante porque hace poco yo y mi novio habíamos publicado el caso de Mila en redes sociales para recoger donaciones para su operación, y ahora el buscarle un hogar iba a ser complicado. En aquel momento, nos encontrábamos en planes de mudanza y entre otros proyectos por lo que nunca se nos cruzó por la mente en adoptarla, porque pensamos que no íbamos a darle el tiempo que Mila necesitaba. Al siguiente día, Herminia nos comunicó llorando que la mejor solución era dormirla para siempre, ya que para Mila era muy difícil vivir en las condiciones del refugio.
Cómo adoptar a Mila
Posteriormente, nos dimos cuenta de que era una señal, y para ese entonces ya nos habíamos involucrado emocionalmente en el caso. Después de conversarlo con mi novio decidimos que adoptaríamos a Mila, ¡ella era una perrita que tenías ganas de vivir! A pesar de su condición siempre estaba alegre, cariñosa, se esforzaba por caminar, no era justo que termináramos con su vida de esa forma.
Después de una cirugía exitosa y días de reposo, viajamos a Latacunga a recogerla y fue la alegría más grande que hemos podido sentir; nunca me arrepentiré de adoptar a un perrito y más aún con este tipo de discapacidades. Ahora somos muy felices junto con Mila, ella nos adoptó a nosotros, nos ha dado muchas alegrías; es una perrita muy cariñosa, obediente, y nos ha enseñado lo que es el amor, la gratitud y la paciencia. Ha sido un giro total a nuestra vida.
Creo firmemente que nosotros mismos podemos alimentar la cultura de la adopción en las personas. Junto con las fundaciones podemos formar parte de sus programas a través del voluntariado, así podemos contribuir y mejor la calidad de muchos animalitos en el país.