Hace 11 años, cuando yo era una niña, mis papás me preguntaron si quería adoptar una gatita porque mi anterior hija gata se murió. Entonces, fuimos a un refugio de animales y recorrimos una larga, pero pequeña jaula en donde había unos setenta gatos. Mi hermano me dijo que había una gatita que nos perseguía al recorrerla, entonces decidimos adoptarla. Cuando le sacaron de la jaula, vimos que ya era un poco grande, y comenzó a treparse por mi cuerpo. Antes de llevarle a la casa nos dijeron que ella tenía aproximadamente un año y que era muy bueno llevarla, porque ya había sufrido bastante y la gente no suele elegir a los gatitos que ya no son bebés.
Tiene cara de Lola y así fue como la llamé. Cuando llegó a la casa, la Lolita no se quería acercar a las personas y parecía que no estaba interesada en formar un vínculo con ninguno de nosotros. Cada vez que alguien se le acercaba, salía corriendo y se escondía, no dejaba que le amarquemos. Pasaron algunos meses para que la Lolis comenzará a acercarse más a nosotros y luego nos buscara para subirse en nuestras piernas mientras estábamos sentados. Poco a poco se hizo más cariñosa, sin embargo, le costaba mucho confiar y solamente dejaba que algunas personas nos acercáramos a ella.
Ahora, después de 11 años, la Lolita ya deja que le amarquemos, por cortos períodos, y le gusta estar acompañada. También es muy cariñosa, te da abrazos infinitos. La Lolita conversa con nosotros y responde con un “miau” a cada palabra que le dices. Ella es muy inteligente y el sonido de su ronroneo atraviesa los espacios. Aun así, se sigue asustando, con cualquier sonido o movimiento sale corriendo. Le gusta sentir afecto constante, si no le prestas atención un par de veces seguidas, se reciente. Quizá siente el abandono.
La Lolita es uno de los seres más lindos que han cruzado por mi vida, porque a pesar de sus miedos por haber vivido en la calle, llena cada espacio de ternura, abrazos y ronroneos. Con ella aprendí que un gatito abandonado es mucho más asustado que otros y aunque pase el tiempo le sigue costando confiar. Pero, una vez que te esfuerzas por cuidarle, darle cariño y brindarle confianza, llena de vida tu vida.