Quito empezó año nuevo con Ordenanza nueva. Desde hace años esta Ordenanza ha sido la lucha de la presidenta de la Fundación Protección Animal Ecuador (PAE). Ella junto a un equipo multidisciplinario hace un par de años entregaron esta propuesta a la entonces candidata a concejala Brith Vaca; quien acudía a las reuniones del Consejo de Protección de Animales y Naturaleza con la promesa de dar paso a esta reforma en cuanto ella fuera electa.
Así fue como hace más de un año, se iniciaron las mesas de debate para aprobar este documento, que poco después fue llamado “Ordenanza de Bienestar Animal” (porque eso está de moda y llama la atención, dijeron en un grupo de chat). Donde se incluyeron animalistas, gremios veterinarios, criadores de perros y aficionados a los “perros de deporte”; cada uno con el fin de defender sus diferentes puntos de vista, más no el Bienestar Animal, como decía el título de esta.
Cabe resaltar el papel de Protección Animal Ecuador, el Consejo de Protección de Derechos de Animales y Naturaleza y del Movimiento Animalista Nacional, quienes acudieron a todas las reuniones de debate con el único fin de defender a los sin voz, quienes ellos representan. Recibieron insultos y amenazas de los llamados “eruditos en el tema de fauna urbana”; quienes solo estaban ahí defendiendo sus intereses, buscando resaltar su ego y otros vendiéndose al mejor postor.
Y así fue como después de largas sesiones donde los derechos de los animales se iban al barranco, se pudo recuperar algunas partes importantes del texto original presentado y aprobar casi por unanimidad la nueva Ordenanza 019, la cual el alcalde de Quito dice haber promulgado.
La nueva Ordenanza aparenta ser más completa, detalla multas y sanciones más severas para los tutores irresponsables de animales; y abarca puntos que no lo hacía la antigua 0048. Sin embargo, es importante analizar varios puntos; ya que al igual que la anterior deja vacíos legales importantes que pueden a largo plazo causar más daño a los animales que velar por su bienestar.
Esta Ordenanza crea la Unidad de Bienestar en reemplazo de Urbanimal, quienes liderarán toda acción que contemple la fauna urbana. Sin embargo, en la nueva Ordenanza, los animales en condición de plaga no están detallados en la lista de los animales considerados como fauna urbana. Posteriormente son nombrados como “animales sinantrópicos no nativos”, confundiendo el término y detallando su manejo y control de una manera ambigua y vaga.
Es relevante mencionar que la Unidad de Bienestar Animal (UBA), ya fue creada en la Ordenanza 0048 de abril del 2011; con el nombre de CEGEZOO y con iguales condiciones de independencia administrativa y financiera. Aun así, las autoridades de turno nunca dieron cabida e importancia al tema; negando los recursos necesarios para la formación del mismo y dejando todo al mando del Proyecto Manejo de Fauna Urbana del DMQ de la Secretaría de Salud; con presupuesto y personal mínimo para todo el control de la problemática.
¿Qué será diferente ahora? ¿Esta vez se darán el tiempo de redactar el reglamento para poder ejecutar la Ordenanza? ¿Se entregará el recurso económico necesario para formar la Unidad de Bienestar Animal? ¿Quiénes conformarán esta Unidad, la misma gente que entró con el alcalde actual y hasta ahora no ha podido ejecutar ni un centavo del presupuesto otorgado en su Plan Operativo Anual; que no ha podido cumplir metas y que sigue ganando un sueldo fabricando informes dudosos?
Esta Ordenanza señala la obligatoriedad de la esterilización de animales de compañía en el Distrito Metropolitano; pero también señala que la Unidad de Bienestar Animal se deslinda de la responsabilidad de ejecutar campañas de esterilización gratuitas para los sectores vulnerables y con alta problemática. En realidad, la Ordenanza le da a la UBA unos multipoderes de control; pero ningún multipoder para ejecutar acciones y estrategias para controlar el problema en ningún sentido. Se desvinculan de su responsabilidad y responsabilizan a todos los organismos de la sociedad civil como encargados de manejar la situación.
¿Qué pasará con las campañas de esterilización masivas y gratuitas, que son parte de una estrategia de control de poblaciones? La Ordenanza plantea que eso estará a cargo de las organizaciones sociales y los veterinarios. ¿Acaso dichas organizaciones cuentan con los recursos para realizar el trabajo que por ley le corresponden a los Gobiernos Autónomos Descentralizados?
En este punto es importante tratar el tema del registro obligatorio de animales. Si bien es cierto, esta es la única manera de conocer el número exacto de animales de compañía con propietario y de aplicar multas y sanciones a los tutores irresponsables; también es cierto que las personas de escasos recursos que han adoptado cuatro perros o gatos en promedio no podrán acceder al costo de un registro y microchip de todos sus animales. Lo que desencadenará una oleada enorme de abandono en el Distrito sin haber un plan de contingencia para esto.
Seguramente el Municipio y las personas que aprobaron esta Ordenanza, estarán conscientes del enredo que formaron al definir los tipos de albergues planteados en este documento. Es triste ver como el Cabildo, sin ningún criterio técnico, propone un Santuario de animales donde pretende albergar gatos, perros, ovejas, cabras, vacas, caballos, cerdos y todo animal que encuentre en las calles; sin un mínimo de conocimiento de salud pública y veterinaria. Además, pretende que visitantes acudan a este lugar sin importar el riesgo de zoonosis para la ciudadanía y sus trabajadores.
Nuevamente en el tema albergues, la Ordenanza mezcla las cosas sin plantear un objetivo y una estrategia clara para el control de sobrepoblación de animales callejeros; pretende que las organizaciones sociales creen más y más albergues autofinanciados para convertir estos lugares en sitios de hacinamiento y maltrato animal; agravando la problemática y deslindándose totalmente de esta responsabilidad otorgada por el Código Orgánico Ambiental.
La situación se torna adversa para la cantidad de animales que hoy vemos en las calles y para las organizaciones sociales que no se dan abasto, creando refugios (que no son en absoluto la solución) donde los animales están abarrotados y sin recursos para mantenerlos de acuerdo con criterios de bienestar animal. Un año y medio de administración nueva, con metas irreales, no cumplidas, sin estrategias técnicas y verdaderas de control de poblaciones; pero con monumentos de perros y dinero derrochado, que bien pudieron servir para esterilización de perros y gatos y educación en tenencia responsable en todo el Distrito.
Lo único que nos queda claro es que la Ordenanza 019 no se aprueba por un criterio real de bienestar animal. Se creó nuevamente con fines políticos e intereses personales, donde resaltaron discursos egocéntricos y rebuscados; que dejan nuevamente la problemática a la deriva y bajo el buen corazón de organizaciones civiles sin fines de lucro y deslindando económica y estratégicamente al rector y único responsable de la situación de la fauna urbana que es el Gobierno Autónomo Descentralizado del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito