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Mi historia viajando con Sophie

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A lo largo de nuestras vidas, muchas veces debemos tomar decisiones que transformarán el curso de esta de manera radical. Por distintas razones hace poco más de dos años decidí dejar mi país natal para emigrar a Ecuador y desde el primer instante tuve muy claro lo siguiente: Sophie (mi gata de entonces 8 años) vendría conmigo; porque desde que la adopté supe que sería mi responsabilidad durante el resto de su vida cuidar de ella y procurar su bienestar siempre.

Tomada la decisión empecé a investigar y preparar los documentos de Sophie para poder salir del país legalmente. Visitas al médico veterinario para comprobar su buen estado de salud y carta de vacunación, pago de aranceles en Venezuela, Colombia y Ecuador y por supuesto su pasaje de avión. No fue fácil, pero en ninguna etapa del proceso lo dudé: Sophie iría conmigo hasta el fin del mundo si así yo lo decidiera.

El viaje fue tranquilo, ¡Sophie se comportó como si hubiese nacido para viajar! Además, fue mi punto de tranquilidad en tanto caos. El futuro resulta más incierto que nunca, los miedos están a flor de piel y las dudas atacan ¿Estoy tomando una buena decisión?, todo y todos los que conozco y quiero estarán lejos de mí (Familia, amigos, lugares, costumbres).

            Antes ya había leído diferentes estudios que concluyen sobre la influencia positiva y la importancia que los animales de compañía tienen sobre los humanos; el soporte emocional que ellos brindan y ahora lo corroboro. Luego de 10 años Sophie sigue siendo mi punto de tranquilidad, mi felicidad al volver a casa, quien me recuerda que mi hogar es donde sea que ella esté, mis costumbres, mi país y mi familia: Mi pedacito de corazón andante, con vida y carácter propio.

            Sophie llegó a mi vida cuando ella tenía alrededor de dos meses; una rescatista la estaba dando en adopción, vi su foto e hice click con ella enseguida. Parte de mi sentido de responsabilidad y cuidado con Sophie me hizo esterilizarla cuando tenía cuatro meses, hoy en día sigo convencida de aquella buena decisión que tomé. Ahora ya tiene diez años, con buena salud para seguir acompañándome y brindando ese apoyo emocional que para mí representa; sigo convencida de que esterilización es amor.

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